Thursday, March 13, 2008

Un mal de nunca acabar

Tiro Penal
Un mal de nunca acabar
Por Miguel Guilarte

La extrema violencia. Los sangrientos hechos que se produjeron en el estadio Pacual Navarro de la ciudad de Cali, Colombia, confirman que la violencia se ha convertido en el máximo enemigo del fútbol a nivel mundial, pero principalmente en Latinoamérica donde parece que las autoridades se hacen de la vista gorda para no erradicar, o al menos disminuir el aterrador flagelo. Lo visto en las gradas del estadio donde jugaban el América de Cali y el Deportivo Cali, es sólo “comparable” con las sangrientas matanzas que sus compatriotas de las Fuerzas Armadas de Revolución Colombiana llevan a cabo desde hace años en la región...

¿Hasta cuándo?. Quién sabe cuánto más centimetraje tendrán que usar los medios impresos para prevenir, denunciar y fustigar los sucesos en los estadios, pero creo que nunca serán suficientes si los esfuerzos de los gobiernos locales, regionales, estatales y nacionales no adoptan medidas suficientes para la protección de los aficionados y los jugadores. Más de ochenta hombres, mujeres y niños que salieron de su casa a disfrutar un partido de fútbol terminaron el día en el hospital y algunos policías que estaban en el cumplimiento de su deber resultaron heridos, gracias a que un grupo de barras bravas —muy seguramente bajo los efectos del alcohol y otras drogas— liberaron sus pasiones en los graderíos del Pascual Guerrero. Pero en la cancha también hubo golpes. Qué imagen tan reprochable la que protagonizaron los técnicos Diego Umaña (América) y el uruguayo Daniel Carreño (Cali)...

El saludo. Los técnicos después se saludaron como si nada hubiera pasado. El mal ya estaba hecho mis queridos técnicos y aunque ustedes ahora se besen y se abracen esa escena quedará marcada en el recuerdo, no solamente de los que estaban en el estadio y los que veían el partido en Colombia por televisión, sino en todas partes del mundo donde las imagenes se difundieron por los medios de comunicación. Creo que Umaña y Carreño se contagiaron del otro hecho bochornoso que, con protagonistas latinoamericanos, sacudió al mundo el fin de semana. Esa disculpa obligada para evitar una mayor suspensión sólo es comparable con el hipócrita saludo entre los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez; de Colombia, Álvaro Uribe y de Ecuador, Rafael Correa, ante la mirada complaciente del mandatario dominicano Leonel Fernández, anfitrión de la reunión del Grupo de Río en Santo Domingo que, gracias a Dios acabó con las “chavistas” amenazas de guerra en Sudamérica...

Las sanciones. Pero a Umaña sólo lo suspendieron por once partidos por agredir a Carreño y el Estadio Pascual Guerrero estará cerrado por sólo tres fechas. Son “pañitos de agua caliente” que en nada ayudarán en la solución del problema.

miguel@eltiempolatino.com

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